Page 3 - CONEXUS - Julio 2011

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EDITORIAL CONEXUS
Sin duda, hoy la comunicación y la
información se han transformado en la
fuente del fracaso o el éxito de
cualquier organización e individuo,
producto del tan socorrido concepto
del profeta de los cambios culturales y
comunicacionales de los años 60
Marshall McLuhan, quien fue el primer
autor en hablar del mundo como una
“aldea global” y de la humanidad
como una “tribu”.
Es así como la comunicación para un
selecto grupo, ha sido la mejor
herramienta para alcanzar con
facilidad los objetivos de corto,
mediano o largo plazo. No obstante, a
pesar de que esto es considerado
como un hecho desde ya varias
décadas, en todos los niveles de la
educación informal y formal en
nuestro país, no parecen haber
grandes cambios que permitan que los
niños, jóvenes y adultos, valoren las
grandes posibilidades que se abren
frente a sus cabezas al estar
comunicados.
De esta manera, la comunicación
queda en manos de quienes por
formación o habilidad natural, se han
dado cuenta de su importancia,
continuando de esta forma con un
monopolio que retrata con claridad a
nuestra sociedad, la cual beneficia a
muy pocos y perjudica a muchos.
¿Y por qué estar comunicado es estar
en el círculo del poder?, la respuesta
es fácil y pareciera un cliché decirlo,
sin embargo es claro que saber que
está ocurriendo y su trasfondo, nos
otorga una mayor libertad para tomar
decisiones con responsabilidad de
manera eficaz y oportuna. Por
ejemplo, hace unos 6 meses ¿cuántos
de ustedes habrían invertido en una
empresa tan sólida como una
multitienda X?, ¿hoy cuántos lo
harían? Ahora sabemos que los
problemas que acarreaba esta
empresa ya eran visibles y conocidos
por las autoridades, hace medio
semestre atrás, entonces ¿por qué no
tuvimos acceso a esa información?,
¿Por qué otras personas sí?, estas y
muchas incógnitas más podrían seguir
acumulándose sin respuesta.
La verdad es que hoy la gran mayoría
de los chilenos hemos asumido una
actitud tan pasiva respecto a la
comunicación, que nos hemos
transformado en receptáculos para lo
que nos quieren comunicar e
informar, y nada hacemos al respecto.
Debemos, por tanto, bajar del limbo
y ser capaces de asumir un rol más
activo que nos permita aprender y
enseñar a nuestros hijos a seleccionar
y aprovechar las ventajas de este
mundo globalizado. Aceptando la
responsabilidad que ello implica,
volviendo a ser gestores de primer
orden en lo que respecta a la
comunicación y la información, sólo
así podremos tener acceso y
posibilidades de un cambio
importante en pro de una sociedad
más equitativa, quizás ya no para
nosotros, sino para las próximas
generaciones.
EDITORIAL