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Miércoles 2 de septiembre de 2020

Claudio Sanhueza Arratia, Académico de Kinesiología en UNAP Sede Victoria: pandemia y multimorbilidad en Chile, ¿un impacto causal?

Artículo elaborado para reflexionar sobre el estado actual de la salud de la población en Chile y de las políticas públicas en pleno contexto de pandemia

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Con más de 400.000 casos, sobre los 370.000 recuperados, superando los 11.000 fallecidos y con 2.500.000 exámenes realizados -y contando-, estamos dentro de los "top ten" de los más expuestos a la fecha, sumando 170 días desde el primer caso confirmado en Chile (fuente: MINSAL).

Esta evidencia, pone de manifiesto que somos uno de los países de la OCDE con mayor número de contagiados en la actualidad, siempre resguardando las proporciones sociogeográficas; como también, el con mayor impacto comorbilístico a nivel latinoamericano, mostrando una mayor presencia de marcadores y de factores de riesgo a nivel sociosanitario (fuente: DEIS).

Debido a ello, se ha puesto sobre la mesa el debate sobre la "gran sobrecarga" a nivel sanitario que esta pandemia ha ocasionado en nuestro país -y otros-, comprendiendo que no solo los adultos mayores se consideran como una "gran" población de riesgo, sino porque es importante observar la carga sanitaria en base a la multimorbilidad y a la consideración de los diferentes marcadores y factores que esta involucra. Consideremos que más del 50% de la población chilena es o ha sido fumador alguna vez en su vida; de hecho, Chile es el país de "Las Américas" con mayor prevalencia de consumo en el último mes de tabaco, un 41,2% (fuente: OCHISAP).

Por otra parte, el alcohol es el principal factor de carga atribuible en el país, responsable del 12,4% de los años de vida perdidos por muerte o discapacidad, ya que una de cada 10 muertes en Chile es atribuible a su consumo, lo cual equivaldría a 2.831 personas que mueren a los 40 años, en plena edad productiva; 8.788 personas quedarían discapacitadas en esta etapa -por año- debido al consumo de alcohol (fuente: ENS) y, como bien sabemos, Chile es uno de los países con mayor índice de sedentarismo, en donde cerca del 90% de las personas practican menos de noventa minutos de actividad física semanal, por debajo de la media esperable (fuente: ENS).

Aun así, no hay que perder de vista que más de un cuarto de la población chilena - 25,5%- presenta riesgo cardiovascular alto (fuente: ENS), como también, que un 28,3% de la población chilena no cumple con los criterios de una "alimentación e hidratación saludable". Por otro lado, y dadas las ultimas aproximaciones realizadas por el Ministerio de Desarrollo Social (MINDES), Chile presenta una cifra cercana a las 20.000 personas en situación de calle en 2020, siendo este un grupo de altísimo riesgo transversal, lo que se suma a la gran cantidad de banderas rojas dentro de nuestro listado de riesgo o "black list".

Es por lo anterior, que desde la mirada de la salud pública, y considerando un enfoque "evolutivo" y "ecológico", es importante abordar la causalidad de los problemas sanitarios de las personas a través de una perspectiva evolutiva y en un continuo, desde lo promocional y preventivo, hasta la atención de la persona -no solamente la enfermedad- y la rehabilitación, considerándolo como un modelo de salud integral.

En general, y durante todo el ciclo vital, el país muestra tasas de morbilidad y mortalidad que prueban que las personas gozan de una mejor salud, disponen de más recursos económicos y viven más que hace treinta años. La esperanza de vida para los hombres en 1970 era de 60 años; y para las mujeres, 66 años; mientras que en la actualidad, para hombres es 76; y para mujeres, 82 años (fuente: INE).

Sin embargo, al segmentar la información por rango etario, sexo, niveles socioeconómicos y zonas sociodemográficas, aún persisten en el país diferencias marcadas en la naturaleza y magnitud del daño en los distintos grupos poblacionales.

Entonces, y como guinda de la torta: ¿sería lógico pensar en el impacto sanitario que tiene la carga de la multimorbilidad asociada en Chile y a la pandemia? ¿Podemos pensar que dicha sobrecarga en ciertos grupos de personas se vio incrementada con la llegada del SARS-CoV2? Considerémoslo como una estrecha relación y de muy lamentable "fiato".

Finalmente, queda la pregunta abierta: ¿es necesario implementar nuevas políticas públicas asociadas a la disminución de la carga sanitaria en Chile? Y, en un futuro próximo: ¿Será necesario reformular las estrategias sanitarias con la finalidad de disminuir la carga sanitaria asociada? ¿Qué políticas en salud pública y/o estrategias de salud podemos y debemos seguir? Considerando que no solo nuestros adultos mayores son la gran población de riesgo.

Es así como se hace imperioso e ineludible la disminución de desencadenantes de riesgo, entendiendo así a un país con sustentabilidad sanitaria en el amplio espectro de la palabra y, por supuesto, desde lo práctico y en el tiempo.

Como bien menciona la Organización Mundial de la Salud (OMS): "el establecimiento de metas específicas para cada país es un paso fundamental para incrementar la eficacia de los recursos destinados a la salud, en particular en los momentos actuales en que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) están siendo determinantes en la preparación de los programas nacionales e internacionales en materia de salud y desarrollo", siendo aquella la mirada que se incita logre seguir nuestro país.