Page 19 - CONEXUS - Mayo 2011

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El Departamento de Agricultura del Desierto
de la UNAP, desde hace años ha
desarrollado en la Estación Experimental de
Canchones estudios que les han permitido
hacer realidad el milagro, cultivando en
plena Pampa del Tamarugal diversas
especies tales como melones, lechugas y
espárragos, entre otras. No obstante, quizás
uno de sus mayores logros dice relación con
el rescate de una tradición
lamentablemente perdida, la producción de
vino.
HISTORIA
SI bien fueron los españoles que trajeron la
vid en su paso por la región, dejando
plantaciones que permitirían generar el
vino necesario para celebrar la misa, la
producción de vino en la Región fue una
tradición hasta la década del 30 del siglo
pasado, cuando se producía en lugares
como la Quebrada de Quisma, en la
comuna de Pica y Canchones, en la Pampa
del Tamarugal. El Lagar de Matilla es el
único recuerdo tangible de una actividad
que se desarrolló desde la época de la
Colonia.
Los motivos que ocasionaron la
desaparición de las viñas y de la
producción de vino fueron de tipo político
y administrativo. En el caso del valle de
Quisma, fue la expropiación del agua para
ser usada como agua potable para Iquique,
mientras que en Canchones, fue la
restricción que el Estado hizo sobre los
viñedos ubicados en la Pampa del
Tamarugal, impidiéndose así la llegada de
uvas cosechadas desde el norte de la
región pisquera (Regiones de Atacama y de
Coquimbo).
"En la actualidad trabajamos con el fin de
recuperar las viñas y la producción de vino
en el desierto, el cual puede ser una
producción emblemática para la Región de
Tarapacá, por su origen, por el cultivo, por
producto y por la historia asociada",
precisó el investigador Marcelo Lanino.
Este vino “desértico”, que año a año ha ido
adquiriendo fama entre los conocedores,
se diferencia de otros similares por su
grado de acidez marcado, un color, cuerpo,
aroma y contenido alcohólico, generados
por las condiciones climáticas únicas de la
Pampa del Tamarugal.