DISTINCIÓN ENTRE INSTRUCCIÓN Y EDUCACIÓN: IMPORTANCIA TEÓRICA E IMPLICANCIA EDUCATIVA

 

        Reflexión Académica

      2021

 

 El mundo avanza a una velocidad propia, la tecnología se duplica en meses, lo mismo ocurre con el conocimiento y la vertiginosa globalización. Nuestros cerebros se están programando cada vez más para estar a la par con una nueva forma de abordar esta sociedad de consumismo, egocentrismo e individualismo. Bajo esta perspectiva nos han implantado un chips en la cabeza y nos han convencido que una mejor calidad de vida la podemos obtener sólo a través de la preparación académica y el paso por una entidad educacional. Y así ha pasado el tiempo y hemos transitado con nuestras propias expectativas y frustraciones por diferentes casas de estudios, obteniendo títulos y grados académicos por doquier. Por otro lado, las empresas también presionan y presionan a los individuos para que cada día obtengan mayores competencias y estén mejores preparados para desarrollar sus puestos de trabajos, de lo contrario, serán despedidos y reemplazados por otros con mejor preparación. Hoy en día, la inteligencia artificial nos lleva por esos horizontes (sólo piense cuando un robot lo llama por un tema de cobranza ).

El escenario planteado no está lejos de la realidad chilena. Muchas instituciones educacionales de nuestro país están repletas de estudiantes en todos sus niveles que desean ingresar a una carrera técnica o universitaria para luego  de 2 ó 5 años, en promedio, obtener su título y salir al mundo laboral. A raíz de lo anterior, por muchos años, me he formulado las siguientes preguntas ¿Los alumnos que finalizan sus estudios superiores han adquirido las competencias necesarias para enfrentar el mundo laboral? ¿Cuál es su instrucción y formación como individuos en las diferentes áreas de especialización?.

Si tuviera que responder la segunda pregunta planteada diría que hoy, en muchas Casas de Estudios, sólo instruimos a nuestros alumnos. En rigor, sólo estimulamos las áreas más básicas del andamiaje de habilidades como la memoria, la comprensión y la aplicación. Esto implica que la tendencia es al academicismo de los estudiantes. “Cuando la enseñanza se concentra en los contenidos académicos, se cae fácilmente en la instrucción, en el academicismo y en el cientismo” (Herrán y Álvarez, 2010,p4). Dejamos de lado, la evolución y el desarrollo, y el aprendizaje del individuo en contacto con otros seres humanos (Vygostky, 1978).

Las exigencias actuales obligan a los docentes a cumplir con extensos programas de estudios. “Nunca en la universidad española se ha hablado tanto de docencia, pedagogía y didáctica universitaria como en la actualidad” (Herrán y Álvarez, 2010, p.7). Se imparten clases en donde se abordan muchos contenidos que luego el estudiante deberá memorizar y ejercitar, a ratos sin ningún sentido y menos conexión entre ellos y la realidad circundante a la cual pertenece el sujeto. Para que decir que en muchas oportunidades debemos enseñar modelos, recetas y estructuras mentales que sólo un 1% de las empresa a nivel mundial logra aplicar. “La instrucción, en sentido restringido, es interpretada normalmente como formación intelectual, y queda asociada a enfoques limitados” (Herrán y Álvarez, 2010,p.4 ). “El nuevo marco educativo general requiere una atención concreta a la educación, más allá de la instrucción, percibiendo la formación como referente vertebrador, a la vez concreto y axiológico, del anhelo de la escuela entera, universidad incluida” (Imbernon, 2002, citado en Herrán y Álvarez, 2010).

Educar a un ser humano considera ir más allá del currículum, de una mirada no universal, o sólo entregar contenidos, modelos y estructuras a través de competencias. Implica desarrollar sus potencialidades, sus experiencias, sus facultades cognitivas y robustecer sus aspectos humanistas bajo la perspectiva de sus sentimientos, actitudes, valores y relación con otros. Al respecto Miras, (1990) señala:

La función primordial de la escuela es ayudar al alumno a construir un conjunto de conocimientos básicos para su desarrollo y actuación en el medio cultural y social al que pertenece. Ahora bien, las consideraciones anteriores respecto a la naturaleza intrínsecamente activa del alumno y la diversidad de contextos educativos en los que éste se encuentra confieren a la escolarización una nueva función de especial importancia: ayudar al alumno a organizar, estructurar y dotar de sentido a los conocimientos que éste ha adquirido o adquiere paralelamente en otros contextos, como resultado de la constante interacción que mantiene en el medio físico y social en el que se halla inmerso. Entendiendo el proceso de desarrollo de la persona como proceso unitario, es un contrasentido ignorar la experiencia que el alumno ha acumulado mediante su interacción personal con el mundo físico o bien en el seno de otros contextos educativos. Es probable que el alumno necesite ayuda para interpretar adecuadamente esta experiencia, para organizarla y, especialmente, para llegar a integrarla y generalizarla. Por ello, los procesos educativos escolares tienen un importante papel como contexto integrador de la experiencia de la persona en desarrollo. (p.13)

En este sentido, el desarrollo del sujeto está influenciado no sólo por aspectos cognitivos, sino que también culturales. “La educación, y especialmente la educación formal, permite a las personas adquirir una serie de conocimientos, lo cual redunda en un nivel de evolución y desarrollo mayor” (Miras, 1990, p.3). En rigor, se debe considerar el desarrollo del ser humano en términos globales, como un ser social y con pensamientos propios. Parafraseando a Herrán y Álvarez (2010), la formación debe preparar  al sujeto para la vida y a lo largo de la vida. Pero, no basta con lo anterior, debe existir un sentido de conciencia formadora y continuidad en todo este proceso, algo que haga sentido al esfuerzo y a todo lo que se entrega. En este contexto, una reforma de pensamiento por parte de las entidades educativas frente a lo que significa enseñar bajo la lógica de la formación, evitando en todo momento la indiferencia, la defensa eficiente, la adaptación institucional, entre algunos aspectos. “Queremos decir, por tanto, que la principal función de la universidad es contribuir a fortalecer el pensamiento social a través de la coherencia, o sea, de la (auto) formación de alumnos y profesores” (Herrán y Álvarez, 2010,p.7 ).

Irving Cadamuro Inostroza

Ph.D in Business Administration

Magíster en Finanzas

Magíster en Desarrollo Curricular y Proyectos Educativos

Magister en Docencia en Educación Superior

 

Referencias Bibliográficas

Herrán, A. de la y Álvarez, N. (2010). Para qué enseñar: Significado y sentido de la formación universitaria. En J. Paredes y A. de la Herrán (Coords.), Cómo enseñar en el aula universitaria. Madrid: Pirámide.

Miras, M. (1990). Educación y desarrollo.  Infancia y aprendizaje, 1991,54,3-17. Universidad de Barcelona. 

Vygotsky, L. (1978). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona, España: Grijalbo. Cap. 6, pp.

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