Jóvenes como motor de cambio
Mientras estudiantes de nuestra universidad presentan hoy en la XIX Bienal de Arquitectura y Urbanismo en Valparaíso, dos proyectos enmarcados en el rescate y puesta en valor del espacio desértico que marca nuestra geografía, teorizo sobre la vital importancia que tiene la juventud como motor de cambios culturales.
Debemos ser honestos, ya que si no hubiese sido por aquellos "pingüinos" durante el 2006 y posteriormente por las marchas estudiantiles, hoy estaríamos discutiendo reformas cosméticas a la educación y quizás también a la forma como Chile, a través de la recaudación de sus tributos, distribuye los recursos.
El escritor francés Marcel Proust, quien en parte de sus obras, enfatizaba en la presencia de la añoranza de juventud, establecía que el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos caminos, sino en tener nuevos ojos.
Y algo de eso existe. Hoy evidenciamos la creciente presencia de un sector de la sociedad, muchas veces con un alto grado de especialización y conocimientos, pero con un bajo nivel de oportunidades.
Este proceso no es acotado solo a nuestro país, ya que como sostiene el politólogo Moisés Naim, en su obra "El Fin del Poder", fenómenos sociales como la Primavera Árabe, fueron impulsadas por personas con salud, preparadas, pero sin trabajos y con un alto grado de frustración.
Y de eso hay mucho en Chile. Jóvenes que buscan repensar el país, repoblar lo despoblado y ejercer sus derechos sociales, impulsan cambios y le otorgan nuevos ojos al conocimiento, al tener la capacidad de sintetizar la teoría con la práctica, a través de sus propuestas.
Quizás el descrédito institucional, que tiene hoy sumida a la política, permita incrementar la capacidad de cuestionamiento, salir del letargo y renovar a través de la denominaba "bancada estudiantil" de ideas a nuestro país, retomando así el sendero, donde el valor de la juventud era una categoría invaluable para generar cambios sociales y nivelar la distribución de un Estado.
El panorama político no es el más alentador, pero quizás la llegada de nuevas ideas y la nueva forma de mirar el mundo, permita el impulso para dar el primer paso de un desarrollo económico que conjugue armónicamente el crecimiento y la institucionalidad, a través de una Reforma Educacional.