Política regional
La desigualdad entre la capital y las regiones de nuestro país, no resiste análisis, ni discusión. Más allá de evaluar, si este acto corresponde a políticas gubernamentales, a través de este espacio, quisiera reflexionar sobre un elemento que a mi juicio, preserva esta inequidad, facilitando así la enorme brecha en la distribución de recursos y competencias que aplica el Ejecutivo, con el resto de Chile.
El descontento, que se hace patente a partir del 2011, con movilizaciones regionales, tanto en el norte como el sur del país, evidencian el desconocimiento y lejanía que tienen las políticas públicas centralistas, frente a zonas con una identidad, geografía y cultura, tan disímil, que invalida la tesis del Chile homogéneo.
Hoy, pese a los esfuerzos que desarrollamos como actores regionales, para revertir lo que Gabriel Salazar (1994) y Esteban Valenzuela (2005), categorizan como una construcción estatal autoritaria y un nacionalismo liberal, vemos que los partidos políticos, han sido elementos claves para preservar esta desigualdad.
Con una escasa influencia de grupos regionalistas en los grandes conglomerados políticos, las provincias, han debido sumirse a la obtención de beneficios paternalistas y subsidiarios, gestionados precisamente por parlamentarios, que en la teoría representan a los votantes de su distrito, pero que en la práctica, debido a su origen precisamente centralista, dan respuesta a la necesidades que tienen las élites santiaguinas.
Y que mejor ejemplo, resulta la resistencia alcanzada de precisamente "parlamentarios regionalistas", frente a la elección de un Gobernador Regional, que permitiría otorgar poder a la ciudadanía, dejando gradualmente atrás, la dependencia centralista.
Como ciudadanos, debemos incorporar un juicio más crítico, sobre precisamente los candidatos quienes buscan representarnos, no dejándonos llevar por nombres grandilocuentes, que desconocen completamente la realidad de nuestro territorio y que probablemente, en caso de ser requeridos en otra zona, migrarán sin remordimiento.