Desnaturalizar el modelo
Uno de los grandes logros cosechados por el movimiento estudiantil del 2006 y 2010, fue la capacidad que alcanzaron de desnaturalizar acciones, que desde hace más cuatro décadas estaban enraizadas culturalmente en una sociedad llena de temores.
Por largo tiempo, se instaló la idea, que lo estatal carecía de valor, por sobre lo privado, propendiendo los gobiernos de turno a la idea de un sistema de educación, que favorecía lo individual por sobre lo colectivo, la segregación por sobre la homogeneización.
Basta analizar la distribución del sistema universitario, teniendo que solo 20% de la oferta, la entregan instituciones públicas, mientras que el 80% corresponden a planteles privados.
La lógica imperante, ha llevado a que externamente ambos grupos, tengan que luchar de igual a igual en el "mercado", pese a las estatales contar con exigencias internas mayores, propias de una institución pública.
El desmedido poder otorgado a una institución como es el Ministerio de Hacienda, se conjugó con la primacía de profesionales tecnócratas, permitiendo que en la aplicación de políticas educacionales, primara el criterio presupuestario, por sobre el de singularidades y territorialidades.
Casi 10 años después de la aplicación de un sistema de educación superior, implementado en un periodo de excepción histórica, se impulsó una iniciativa que autorizó a las escuelas básicas subvencionadas por el Estado, a cobrar a los padres una cuota voluntaria.
Esta herramienta, denominada como de "financiamiento compartido" facilitó que de tan solo el 8% de los estudiantes que pagaban por su educación en 1993, se elevó a 32% en 1997. La medida, permitió que hasta el 2013, más del 90% de la educación particular subvencionada por el Estado cobraba una cuota a las familias.
Dicha acción, provocó segmentación en sectores más vulnerables del país, permitiendo que la OCDE, a través de su estudio PISA, el 2006 determinara que Chile fuera el país con el grado más alto de segregación socioeconómica a nivel escolar.
Los tiempos hoy demandan de una revisión sobre la mirada reduccionista, que imperó por largo tiempo en Chile, retomando la sociedad, la idea de resignificar la educación pública, pero esta vez sustentadas con aportes basales progresivos y no en el principio del autofinanciamiento.