Jueves 21 de febrero de 2019

Iquique ¿ciudad turística?

Playas idílicas, pueblos con historia, un clima privilegiado, parajes de ensueño en la costa y el desierto, junto a la práctica de diversas actividades de turismo aventura, una creciente placa de servicios turístico y una cultura que se ha ido fortaleciendo con una gran población de origen inmigrante,  parecen dar cuenta de algunos de los atractivos que llaman la atención  a cientos de turistas que visitan la capital de Tarapacá.

No obstante, muchos de ellos se desilusionan al encontrar también a una descuidada "Tierra de Campeones", con veredas destruidas; toneladas de basura que repletan las calles, aceras,  playas  y paisajes;  escasa iluminación que esperamos que poco a poco sea superada por el trabajo que está realizando la Municipalidad Iquique; monumentos abandonados y  maltratados como el Marinero desconocido y el Gigante de Tarapacá;  mala atención en los lugares públicos, falta de baños y locomoción colectiva  deficiente, entre otros.

¿Ciudad turística o simplemente una ilusión?, parece ser la  gran interrogante,  pues si bien tenemos todas las posibilidades para ser una urbe turística carecemos de un eficaz esfuerzo de las autoridades y un compromiso de sus habitantes por hacer de esta ciudad un lugar más amable, no solamente para quienes la visitan, sino también para quienes viven los 365 días al año en ella.

Al ver la realidad nacional e internacional en este sector me asaltan muchas  dudas, como, ¿Sabemos cuál es el  público que nos visita y qué tipo de turismo ofrecemos?; más allá de los esfuerzos particulares ¿Se han hecho esfuerzos regionales y comunales conjuntos que se hayan traducido en un aumento planificado de los visitantes?; ¿Existen estudios y acciones concretas que consideren a los habitantes, de tal manera que se no sientan invadidos, sino partícipes de los distintos procesos?. Y si la respuesta es sí a algunas de estas preguntas ¿Por qué seguimos con los mismos problemas?.

Tenemos grandes potencialidades, solo faltan acciones concretas y  abrir los ojos para darnos cuenta  que somos un destino con personalidad, sostenible y  singular; con mar, desierto, cielos limpios, historia y personas que desde todos los territorios del mundo han escogido quedarse para vivir en comunidad y transformar a esta ciudad en un lugar inolvidable y acogedor para todos.