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Tercera edad, comenzando a vivir
En las calles, plazas y lugares públicos, ya no solo son los niños quienes nos llaman la atención, en la actualidad se ha incorporado a los paisajes públicos la fuerte presencia de la Tercera Edad y, a pesar de ello, no hemos sabido integrarlos a nuestra vida en sociedad, incapaces de trasformar en nuestras mentes y acciones el antaño rol del abuelo tradicional al de una persona con capacidades y derechos.
Estadísticamente el Censo de Población y Vivienda de 2017, nos mostró que en Chile existen 2 millones 850 mil 171 adultos mayores, es decir un 16,2% de la población en nuestro país tienen 60 años o más, cifras que nos muestran como hemos envejecido y que existe una creciente urgencia para encontrar respuestas antes las múltiples dificultades que ya se viven.
Hoy la esperanza de vida ha aumentado y con ello, cada día más chilenas y chilenos deben aprender adaptarse, situación que se agrava tras su retiro del mundo laboral al ver como nuestra sociedad no está preparada para ellos y no acepta que son personas independientes y capaces aportar.
Conceptos como el envejecimiento activo se han convertido en un paradigma que nos cuesta entender y asimilar, pero que debemos acoger potenciando el reconocimiento de sus derechos humanos, respetando su independencia, participación, dignidad, cuidado y autorrealización, fomentando además la implementación de políticas públicas integrales que faciliten su incorporación a la familia, la economía, los servicios de salud, el entorno físico y comunitario.
Estos desafíos nos imponen como Universidad la colosal labor de producir los conocimientos requeridos, mediante investigaciones transdisciplinarias, en salud y educación, entre otras áreas, que sirvan de base para políticas y programas públicos relacionados con el envejecimiento. En eso estamos trabajando y continuaremos haciéndolo con el firme propósito de abordar estas problemáticas y aportar con una mirada distinta al proceso de valorización de la Tercera Edad.
Mi llamado es al país y a la región de Tarapacá a no continuar esperando pasivamente día a día, como las bajas pensiones, el maltrato y la desidia de nuestra sociedad siguen afectando su calidad de vida al ignorarlos. Estamos trabajando por los cambios, pero de manera individual podemos acelerar este proceso, ya que en nuestras manos y hogares está el otorgar el respeto, cariño y valía a quienes hoy forman parte de la Tercera Edad.