Fernando Atria en UNAP: La discusión del TPP11 debería darse cuando termine el Proceso Constituyente

El connotado abogado y académico de la Universidad de Chile, Fernando Atria, participó este viernes 06 de diciembre en el conversatorio: “Proceso Constituyente y Acuerdos Internacionales: El caso del TPP11”. La actividad fue organizada por el Grupo de Estudios e Investigación “Sociedad, Estado y Región (SER), de la Faculta de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Arturo Prat.

Atria explicó que: “El TPP11 incluye un mecanismo de solución de controversias entre el Estado chileno y los inversionistas extranjeros que es, extraordinariamente beneficioso para los inversionistas ante las pérdidas económicas que podrían generar los cambios regulatorios”.

En ese sentido, añadió que firmar el acuerdo incentivaría la inversión extranjera, pero una vez finalizado el proceso constituyente generaría grandes pérdidas económicas al erario fiscal. Si se está pensando en un Proceso Constituyente en serio, éste debería discutirse una vez finalizado el proceso.

Respecto al estallido social, el académico recordó los movimientos que la precedieron, el primero, la revolución pingüina en 2006 que derivó en la firma de la Reforma de la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE) reemplazándola el 2009 por la Ley General de Educación (LGE). Sin embargo, la modificación no provocó cambios sustantivos y revivió con más fuerza el 2011, ocasión en que los universitarios y universitarias se unieron a los secundarios (as).

Ambas fueron la antítesis del estallido social del 18 de octubre, cuando “Chile Despertó”. Las demandas son transversales tanto en temáticas como en estratos socioecónomicos. “Chile no necesita una norma para despertar. Chile despierta cuando despierta”, dice Atria.

El descontento de los ciudadanos y ciudadanas es con la política que hemos conocido en los últimos 30 años. Ni la derecha ni la izquierda terminaron con la desigualdad ni dieron respuesta a las demandas sociales: AFP, salud, educación, vivienda ni al legítimo derecho de derogar la Constitución de 1980, una carta magna elaborada en dictadura y manchada con sangre.

Ahora, los partidos se vieron obligados a firmar el llamado “Acuerdo por la Paz” para reformar la Constitución del 80, comprometiéndose a redactarla en una hoja en blanco. Sin embargo, dado el descrédito de la clase política, no todos (as) confían en el Proceso Constituyente, no sólo no habrá una Asamblea Constituyente, también no ha conseguido garantizar la paridad de género ni dar cupos reservado a los Pueblos Originarios.

Fernando Atria, comenta que la tirria contra los políticos (as) no es buena, “sería tan distinto si uno, dos o tres partidos tuviesen legitimidad… Yo creo que es un error porque es demasiado discriminada”. También apuntó a lo complejo que se hace no dialogar con dirigentes que representen el movimiento, porque es más difícil llegar a acuerdos.

Por la tarde, el abogado repitió el conversatorio, esta vez en el Palacio Astoreca.