Sonia Contreras Aguilera, Académica de Enfermería en UNAP Sede Victoria: una investigación para prevenir la demencia

Específicamente, se busca comprender cómo el cerebro puede tolerar los cambios neurobiológicos del envejecimiento sin presentar síntomas de demencia. Se estudiaron las experiencias de vida de adultos mayores de más 85 años, sin síntomas de alteración cognitiva, atendidos en un centro de salud familiar y que tienen factores de alto riesgo de demencia (edad, diabetes, hipertensión y baja escolaridad). Se realizó una entrevista en la que los adultos mayores relataron experiencias de su vida desde la infancia que, según su percepción, les habían servido para mantener un buen funcionamiento mental.

Los relatos fueron analizados y se encontró un patrón de diversas vivencias:  experiencias tempranas muy gratificantes, vínculos familiares positivos, actividades de juego infantil con el uso de la imaginación y la creatividad. Los juegos, la lectura y habilidades matemáticas, estuvieron presentes en actividades de entretención desde la infancia. Cabe recordar que el nivel educacional no fue alto en los sujetos.

Durante la adolescencia y adultez, las experiencias laborales fueron satisfactorias y coexistieron con actividades de entretención y lectura. Los hábitos saludables en alimentación, actividad física, actividades sociales y sueño, entre otros, parecieron tener un significado muy relevante desde la percepción de los adultos mayores.

Finalmente, se pudieron resumir cinco factores que se relacionan con experiencias mentalmente estimulantes durante toda la vida: los cuidados, las experiencias gratificantes, las actividades estimulantes, los eventos traumáticos y las características personales.

En relación con las experiencias gratificantes, si bien existe un llamativo predominio de estas, se identificaron también eventos traumáticos: duelos, enfermedad y violencia política; no obstante, existen capacidades consistentes de superación del dolor.

Los hallazgos del estudio podrían explicarse de la siguiente forma: las redes neuronales o información en el cerebro, se organizan y fortalecen en base a actividades y vivencias mentalmente estimulantes en la infancia, adolescencia, adultez y adultez mayor. Se puede hablar de un proceso en constante cambio, que involucra experiencias y eventos de la vida cotidiana, personales, ambientales, ocupacionales y del estilo de vida. Estos factores, serían protectores del cerebro para contrarrestar los cambios por la edad y actuarían como promotores de salud cognitiva para prevenir la demencia.

Entonces, se puede entender que, si cuidamos nuestra salud y tenemos experiencias gratificantes en nuestra vida, esto quiere decir que tenemos actividades mentalmente estimulantes. Nuestros eventos traumáticos superados, representan redes de información en nuestro cerebro, así se fortalecen nuestras características personales, y estas se van adaptando durante el curso de nuestra vida para dar respuesta a las exigencias cotidianas y a los cambios del cerebro desde la infancia hasta nuestra adultez mayor.

Somos los arquitectos de nuestro cerebro.