Dr. Miguel Ángel Mansilla del INTE presentó la publicación “La Buena Muerte. La Cultura del Morir en el Pentecostalismo”
En el Palacio Astoreca, finalizando la VI Feria del Libro de la Universidad Arturo Prat (UNAP), el Doctor Miguel Ángel Mansilla del Instituto de Estudios Internacionales (INTE), presentó el libro "La Buena Muerte. La Cultura del Morir en el Pentecostalismo". Surgido del trabajo de su tesis, la publicación recoge el estudio sobre las visiones de la muerte; complejas, contradictorias, difíciles, influida por la cultura popular, histórica, e indígena. "Qué pasa con la muerte de un hombre en los años '50, cuando la gente era pobre. En el cielo había condiciones proyectadas que no había en la tierra", señaló como premisa, abriendo la introducción, acompañado por la Directora del INTE, Marcela Tapia.
En complemento, la directiva del INTE, agregó que "el libro del Doctor Mansilla es de largo aliento, evaluado por pares externos, como tesis, y libro. Pensamos en la Feria del Libro para que llegara a la comunidad en general, es completo de comprender. Es un tema difícil de abordar, porque habla sobre la muerte".
-La aproximación del texto al auditorio, refirió Mansilla, aborda la concepción del imaginario de la muerte en el pentecostalismo entre el año 1909 al 2009. Encontramos tres etapas, 1909 a 1930 en Chile; 1930 a 1990, la etapa más significativa; y después de 1990 al 2009. Me centro entre 1930 a 1990, muy relacionado con la pobreza-, delineó.
Y argumentó: "La religión pentecostal en Chile, evangélica, es conocida como la religión de los pobres; por tanto, el Pentecostalismo toma el imaginario de los pobres relacionado con los campesinos, indígenas y cultura popular católica. Hay dos espacios posmortuorios, del cielo y el infierno, también en esta época coincide la gran transformación producto de la migración rural - urbana, y el imaginario campesino imaginando el cielo como una especie de campo del paraíso perdido, con agua, árboles, verdura, frutales, todo en abundancia".
El Doctor sostuvo, al respecto, que "contradictoriamente es una concepción del cielo donde no se trabaja, porque uno entiende que el concepto de trabajo era muy explotador y muy opresor. Por tanto, la gente pensaba este cielo como el lugar del no trabajo, como el lugar del ocio. El cielo era representado como la sociedad sin hambre. En Chile los sectores populares veían que el trabajador original necesitaba tres mil calorías diarias, pero comía dos mil calorías".
METÁFORAS
Mansilla narró al auditorio que "el ex Presidente Salvador Allende hablaba entonces que Chile era una sociedad de la muerte. No era una concepción trágica la muerte, sino que había que reencantar la muerte, dado que se transformaba en un fenómeno tan cotidiano, había que buscarle algo bueno a la muerte. La gente siguiendo a Cristo se iba al cielo, no pensando en una muerte oscura, sino en una muerte que no tenía siquiera poder en sí mismo. Se entendía con la metáfora del camino, el llamado, el viaje, etcétera; la muerte no era una esencia, sino era un mensajero o un ángel de la muerte que llamaba a las personas al cielo".
Sobre las transformaciones de este ideario a lo largo de los años, Mansilla citó que "en 1930, con la crisis agrícola, se migra a Valparaíso, Concepción y Santiago, y coincide con la crisis salitrera, donde la gente se va al centro de Chile, y se produce una aglomeración importante de personas desempleadas, y se enfatiza mucho la idea de morir, que en el dicho popular era morir de hambre, de frío. Los horarios de trabajo se cambian en 1925, pero el trabajo sigue siendo opresor. Se comía muy poco y la desnutrición era impresionante".
PENTECOSTALES
Y EVANGÉLICOS
De igual forma, el Doctor del INTE apreció que, "por otro lado había un alto índice de natalidad en Chile, lo que significa que las madres podían tener 14 y 15 hijos, y la mitad moría. De mil niños nacidos, 250 morían, y los otros iban muriendo en el proceso, durante los años del 1920. Entre 1973 a 1990 la muerte asume metáforas un poco más negras y terribles, porque se empieza a transformar en una entelequia".
"En el fondo el Pentecostalismo tiene una concepción particular de la muerte, y consiste en quitarle la connotación dolorosa, trágica y terrible, porque con el regreso a la democracia la promesa del cielo entra a perder vigencia. Qué había en el cielo: Casa propia, calles doradas, comida abundante, y eso empieza a llegar paulatinamente a Chile. La conclusión es que los pentecostales y evangélicos en Chile no se diferencian mayormente en la generalidad de la sociedad chilena, y principalmente la muerte de un niño empieza a ser dolorosa. Hoy las familias tienen uno o dos niños, por lo que en ese sentido la muerte es horrenda", concluyó Mansilla.