Construir un futuro compartido

Julio Burotto W.
30 de diciembre 2022
Sede Victoria

Cuarenta talleres de diálogo en La Araucanía por las universidades de la región y el Centro Nansen: un lugar para aprender y un punto de encuentro. Por Alfredo Zamudio, Director de la misión en Chile del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo.

¿Por qué conversar con quien uno no conoce, en medio de una situación difícil y de desconfianza? Esta es una pregunta que escuchamos en países donde las personas no creen que es posible hacer algo con los conflictos que les afectan. También hemos escuchado esta pregunta en La Araucanía.

Desde octubre del año 2021, junto a las siete universidades de la región, el Centro Nansen para la Paz y El Diálogo ha realizado 40 talleres de diálogo en La Araucanía, con más de 700 participantes. No es fácil organizar un proceso de aprendizaje de tal envergadura, y no hubiese sido posible sin las universidades, que han aportado con toda su infraestructura y capacidad de convocatoria y sabios consejos durante el proceso.

Los talleres son muy prácticos, basados en la pedagogía del Manual Nansen para facilitadores de diálogo y transformación de conflictos. Este manual ha sido traducido al castellano y al mapudungun. Los ejercicios del taller buscan compartir cómo crear un espacio seguro para conversaciones con quienes no necesariamente piensan como uno. Los talleres incluyen ejercicios tales como: cómo hacer buenas preguntas, ejercitar la escucha activa e ir más allá de lo superficial en las conversaciones, para darle espacio a que las personas se sientan seguras para contar que piensan más allá de sus posiciones.

“Me voy desafiada, esto rompe con todos los esquemas de lo que trabajo y cómo me desempeño”, nos contaba una participante. Los talleres, son en parte, un lugar para aprender y también de práctica, además de tener la vivencia del diálogo, siendo un punto de encuentro para compartir desde cada uno, con sus experiencias y memorias. Sabemos que es un alivio para muchos participantes entender que no es un punto donde tienen que decidir soluciones para la región, pero sí pueden conversar sobre lo que sucede y cómo les afecta.

Los talleres realizados han sido un lugar que permitió conocer distintas historias y miradas, dando pequeños pasos de confianza, creando lazos con personas que los participantes antes tal vez no conocían.

Muchas historias y emociones

“Necesitamos seguir aprendiendo”, nos manifestaban muchos participantes del primer taller. Escuchando su pedido, todos los participantes fueron invitados a un segundo evento, para conversar sobre el impacto de la desconfianza, en La Araucanía, a nivel personal y en las instituciones. Adentrarse en este tema no fue fácil, pero las 90 personas que respondieron a este llamado compartieron cómo lo aprendido en los talleres fue un aporte para las situaciones de su diario vivir.

Tanto los talleres iniciales como el encuentro posterior, ha sido un trabajo meticuloso. Hemos sido testigos de conversaciones entre personas de posturas muy distintas, con historias de dolor y muchas emociones. En muchos aspectos, estos talleres han sido un espacio seguro para aprender y para tener la vivencia de qué es escuchar atentamente a quien piensa distinto. Quienes participan en los talleres, desean ser escuchados y tienen mucho que aportar.

En toda situación compleja, es posible sentarse a conversar con quien piensa distinto. Pero para que eso suceda, hay algunas preguntas clave, tales como: ¿Cuál es el cambio que queremos? ¿Quién más debería estar en esa conversación? ¿Cómo construir un espacio seguro para dialogar? Cuando se logran conversaciones donde se puede escuchar las respuestas más diversas a este tipo de preguntas, se empieza a construir un camino distinto.

Para el Centro Nansen, el diálogo es un lugar donde las personas puedan traer sus distintas realidades, como un punto que da cabida a distintos relatos, pensamientos y creencias, que no necesitan confluir en soluciones, sino buscan ser escuchadas y comprendidas. Quienes participaron en los diálogos temáticos compartieron sus diferentes experiencias, intereses y miradas sobre el impacto de la desconfianza en la región.

La desconfianza crea soledad, manifestaba una participante. “Me siento sola con mis preocupaciones”. Muchos explicaban en forma detallada sobre el impacto real de la desconfianza, pero aun así, siguen creyendo en los cambios. No sólo hay desconfianza entre las personas, sino también hacia las instituciones. “Hemos tenido muchas decepciones de las instituciones, pero seguimos trabajando para la confianza”, nos comentaba alguien de una comunidad.

El diálogo es una de las tres herramientas para la transformación pacífica de conflictos, y es diferente a la negociación y la mediación. Es un puente de escucha entre diferentes historias, una oportunidad para compartir reflexiones sobre lo que ocurre, sobre lo que ha pasado y sobre lo que debería suceder.

El diálogo no puede existir sin la humildad

“El diálogo no puede existir sin la humildad. Nombrar el mundo, a través del cual las personas recrean constantemente ese mundo, no puede ser un acto de arrogancia”, escribía Paulo Freire en su libro “Pedagogía del oprimido”. Encontrar las palabras para expresar lo que uno siente, no es fácil. Encontrar los espacios donde expresarse, también es complejo.

Por lo que hemos escuchado y vivido en estos talleres y encuentros iniciales, sabemos que es muy necesario e impostergable seguir creando estos puntos de encuentro, llegando a lugares más remotos, incluyendo a más personas.

En el camino del diálogo se abre una nueva comprensión a las historias de otras personas, que tal vez genera una tierra más fértil para la construcción de un futuro compartido. Para apoyar este camino, los talleres Nansen, junto a las universidades de la región, seguirán siendo un lugar para aprender y un punto de encuentro. Este es un proceso que tomará tiempo y requiere de esfuerzos de todos los sectores de la sociedad.


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