Carlos Sepúlveda Mancilla, Jefe de la carrera de Kinesiología en UNAP Sede Victoria: Discapacidad en Chile, más allá de un problema físico

El 3 de diciembre, se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, en donde se visibilizan, sensibilizan y concientizan temáticas orientadas a la discapacidad en nuestro país y el mundo, bajo el lema “aporta y no apartes”, orientado a la necesidad en el avance de la accesibilidad universal para tener las mismas oportunidades en educación, sanidad y empleo.

La discapacidad es un concepto dinámico que ha evolucionado desde la perspectiva biomédica a una perspectiva social, psicológica y por supuesto desde lo físico, ampliándose al manejo de la discapacidad no solo desde la perspectiva de salud, sino que también, frente a la necesidad constante de procesos terapéuticos para propiciar el desarrollo de habilidades que permitan desenvolverse de una manera más participativa en la sociedad actual. Sin embargo, frente a lo anteriormente planteado, ¿es suficiente? ¿Somos una sociedad realmente inclusiva y no discriminativa al ver a una persona en situación de discapacidad?

A partir de lo anterior, desde la perspectiva de acceso a la educación, ¿están los establecimientos educacionales adaptados o construidos para recibir estudiantes o profesionales en situación de discapacidad de diversa índole? La respuesta es más orientada a un NO, debido a que no existe el compromiso real por generar espacios inclusivos reales y, más allá de escuadras, pasamanos y rampas para cumplir normas, se debe considerar un cambio estructural en las formas de educar, de plantear las metodologías de enseñanza y de asegurar una evaluación objetiva y adaptada a las personas en condición de discapacidad, que permita verificar realmente su progreso sin ir en desmedro de la calidad y exigencia que correspondan.

A su vez, frente a lo laboral, el nivel de desempleo de personas en situación de discapacidad es visiblemente mayor frente al promedio general, en donde el sector productivo, ya sea público o privado, no oferta puestos realmente adaptados a personas en esta situación o la proporción claramente no es equiparable y solo se cumple con lo mínimo establecido desde lo legal, con el fin de cumplir una normativa o por generar una buena imagen, más allá de un compromiso real con la inclusión efectiva y en confiar en las capacidades de las personas en situación de discapacidad.

El factor socioeconómico pareciera ser otro determinante en las oportunidades de acceso de las personas en situación de discapacidad, en donde el poder adquisitivo, contacto y estrato social, determinan efectivamente las oportunidades de acceso, ya sea desde lo educativo, profesional e incluso el acceso a atractivos turísticos y actividades recreativas, en donde claramente este último punto se reserva a un grupo reducido dentro de esta denominada “minoría”.

Es importante que se avance en materia de inclusión con políticas públicas concretas en pro del aumento de oportunidades y, por sobre todo, un cambio social en materia de inclusión, en donde la mirada ya no sea de considerar los impedimentos, sino más bien, una mirada integral del potencial desarrollo que toda persona, independiente de su condición, puede entregar para el progreso de nuestra sociedad.