Universidades y desarrollo regional

La sociedad exige de las universidades generación y transferencia de conocimientos hacia a la comunidad. Para tal efecto, las naciones desarrolladas destinan una parte considerable de sus presupuestos para la investigación, el emprendimiento y la  innovación, diversificándose hacia nuevas rutas que crean productos y conceptos, generando valor y riquezas para sus comunidades. Contradictoriamente, en Chile solamente se invierte el 0,36%  del PIB en estas áreas, lejos del 2,34%  del resto de los países que pertenecen a la  Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE.

En nuestra región de Tarapacá, con una fuerte componente minero, debemos también observar que existen también otras potencialidades, como nuestros cielos para la observación astronómica y las energías alternativas; el mar con todas sus riquezas; la agricultura tradicional y sustentable; así como el comercio y el turismo. Sin embargo, en este marco de potencialidades, debemos afrontar una serie de desafíos como: los efectos nocivos del cambio climático; problemas con la escasez y el uso del agua; acumulación de contaminantes y pasivos tóxicos; problemas de salud como una alta incidencia de cáncer, obesidad mórbida en infantes y adolescentes, además de enfermedades degenerativas asociadas a la vejez.

Frente a este escenario, las universidades y quienes las dirigimos, tenemos que asumir la responsabilidad de formar profesionales en términos integrales, de calidad, promoviendo el trabajo colaborativo por sobre la cultura competitiva, considerando que los importantes riesgos civilizatorios por los que atraviesa nuestra humanidad, y nuestra región en particular, requieren del aporte de todos y todas.