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Jueves 4 de marzo de 2021

Prisioneros de nuestras libertades

La globalización y la conexión digital ha traído una serie de beneficios como la democratización de la información, la transparencia y el acceso a los avances tecnológicos. Pero también la facilidad para acceder a las redes sociales, permite que cualquier persona realice acusaciones sin importar el daño que esto provoque. Influir en la elección de un gobierno con Fake news, destruir la imagen de un personaje público ha pasado a ser algo rutinario. No hay preocupación si lo dicho es verdadero o falso y las aclaraciones posteriores, ya no tienen ninguna importancia: el daño ya se hizo y la explicación siempre quedará con un manto de duda.

Y sin embargo muchos creyeron en el mito de la emancipación por parte de las redes sociales, una falsa democracia. Facebook con sus "like" permitió que muchos individuos se entregaran a la intoxicación de la auto-complacencia. Twitter hizo posible un discurso con fórmulas cortas y que, en lugar de promover la libertad de expresión, rápidamente generó formas crecientes de sordera entre las personas.

No estamos viviendo un momento populista, la verdad es que estamos lidiando con el advenimiento de un nuevo individuo contemporáneo. Desilusionado y equipado con tecnologías, decidido a no adherirse a las representaciones mayoritarias. De este modo, estamos entrando en una era de ingobernabilidad permanente.

Nuestros estudiantes deben descubrir que lo nuevo, como el dios Jano, siempre esconde una segunda cara. Alfred Nobel vio con horror como su invento de la dinamita, se transformó en un arma de destrucción, pero al menos el dinero ganado fue invertido en la fundación Nobel y los premios que desde entonces reconocen a lo mejor de nuestra humanidad. Hoy al comenzar este nuevo año académico, nuestra Universidad condena esa libertad cobarde que se esconde detrás del anonimato de una pantalla, y se traduce en acoso cibernético, ya que lo virtual más que nunca debe ayudarnos a conectar y empatizar como sociedad.