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Jueves 25 de noviembre de 2021

¿Los extremos que nos dividen?

Mucho se ha hablado de las elecciones, en especial que nuestro país se ha radicalizado. Pero si analizamos el comportamiento del electorado podemos rescatar una infinidad de consideraciones, supuestos o conclusiones.

A modo de ejemplo, podemos comentar que, de las 15.030.974 personas habilitadas para votar una vez más, sólo se sintieron motivadas a hacerlo 7.115.590, es decir 47,34%. De ellas, un candidato obtuvo un 1.961.122 y otro un 1.814.809, de tal manera que los aspirantes que pasaron a segunda vuelta solo obtuvieron un 13% y un 12,1% de las preferencias. Esto implica que un 75%, más de 11 millones de personas, no optaron por las propuestas etiquetadas por los medios y las redes sociales como de “Extremos”.

Por lo tanto, el gran desafío de ambos candidatos será escuchar y leer correctamente a quienes no se sintieron representadas por sus programas, formas o quizás sus agendas de implementación.

Queda claro entonces que después de años de descontento, donde la máxima expresión fue el estallido social ratificado por el apruebo de casi 80% de los votantes, se requiere que repensemos la forma de hacer política y priorizar lo que las personas realmente necesitan. Se debe avanzar seriamente en temas que afligen a nuestra población como salud, previsión, educación, seguridad, equidad, explotación de recursos naturales, descentralización, tolerancia y otros temas, donde la ciudadanía demanda un progreso significativo, y no solamente medidas cosméticas.

Por otra parte, el parlamento ha quedado distribuido de tal forma que ninguno de los candidatos tendrá la mayoría para gobernar y, por lo tanto, requerirá primero escuchar las demandas de la ciudadanía y luego construir alianzas y acuerdos con distintos sectores.

En ese contexto ¿es correcto hablar de un país que está dividido en posiciones extremas? Al parecer, más que una marcada radicalización de Chile, los resultados de estas elecciones nos entregan la oportunidad a chilenas y chilenos de sentarnos y conversar sobre las urgencias que nos importan y que no pueden continuar esperando, repensando además con mayor claridad las formas y agendas para lograrlo.