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Casa Central - Iquique
Margot Loyola Palacios, folclorista

“Quiero ser recordada como una mujer que amo a Chile profundamente, a su gente y a su paisaje”

HacImagene pocos días la destacada folclorista nacional y premio nacional de música  Margot Loyola Palacios celebró sus 96 años de vida junto a cientos de folcloristas, admiradores y amigos que conocen su aporte al acervo cultural, producto del trabajo de investigación y recopilación del patrimonio intangible desarrollado por más de 60 años por todo el país.

El norte tampoco ha estado exento de su trabajo y es  parte de su historia de vida "Esta zona  es uno de mis grandes amores, sus tiempos, su  música del silencio, sus sonrisas, su devoción, sus colores y paisajes, su infinitud  y su gente, es parte de mí,  y como me  enteraría cuando investigaba en estas zonas también de mi familia .Aquí descubrí, por ejemplo, que mi padre, amigo de las fiestas,  de la música y de las casas de las niñas bonitas,  disfrutó de la cultura popular en una de sus visitas por acá. Años después, entre 1952 y 1992, yo también  recorrería diversas localidades, aprendiendo de comunidades indígenas y del folklore religioso en ciudades como Iquique, Arica, La Tirana y  Pica entre otros, comenzando mis estudios sobre las danzas ceremoniales del norte con Rogelia Pérez fundadora de la cofradía "Cuyacas" y   también con la cofradía "Morenos de Cavancha.

Confiesa que este recorrido no solamente por el norte sino por Chile, ha sido tan enriquecedor gracias  a los que ella denomina como "Maestros de la Tierra". "Lo que he aprendido y recopilado es producto de la sabiduría popular de cientos de hombres,  mujeres y comunidades  que compartieron conmigo su sabiduría,  lo cual es invaluable". Es así como estudió en esta zona bailes como la  cacharpalla, cáchigua, cachimbo, casarata, coplas carnavaleñas, cueca, cuyacas, huachitorito, huaras ó cuculí, huayno, marcha, pachallampe, rueda de carnaval, san miguelito, taquirari, villancicos y yaraví.

Años más tarde y tras numerosos reconocimientos recibidos a lo largo del país,  el 2011 es investida por la Universidad Arturo Prat en Iquique, como  Doctora Honoris Causa.  "Siempre  pensé que  en las universidades  se vivía  la pertenencia y la  cultura tradicional  desde una  mirada  más   fría, sin embargo  la Universidad Arturo Prat  me  ha honrado con un reconocimiento  que me  enorgullece y es a la vez es una gran responsabilidad  que intento honrar. Hoy trabajo, por ejemplo, con investigadores de la UNAP como Iván Guerra que con su labor demuestra la preocupación de esta Universidad por el Patrimonio Intangible" .

INFANCIA

¿Cómo fue su acercamiento a la música en su niñez?

Mis padres fueron Ana María Palacios Herrera, amante de las  bellas artes , la literatura y la filosofía , mi padre Recaredo Antonio Loyola Marabolí , comerciante  y gallero que  deambulaba de un lugar a otro con sus negocios. Él fue un gran señor  y rajadiablos, un hombre chinganero  que frecuentaba según para oír cantar y bailar, las casas de canto de la zona y las casas de las niñas bonitas. Eran muy distintos los dos  por eso que cuando yo tenía cerca de 10 años, cada uno se quedó a un lado del río Maule  y se separaron para siempre.

Ahora en cuanto a la música, desde el vientre creo que sentí  mi vocación, ya que ella cantaba muchos valses, habaneras, canciones, tonadas y me contaba que yo me movía mucho, como indicando que me gustaba.

Yo nací en Linares en la calle Constitución, en una casa con un gran patio que mi padre arrendaba, porque  siempre fuimos como gitanos, andábamos  de un pueblo a otro. Mi madre era  boticaria, y decidió llevar a una mujer para que la ayudara con la crianza de sus cuatros hijos;  Rut Estela, Juan Recaredo, Marco Aurelio y yo la mayor.  De ella aprendí muchas cosas, nos contaba leyendas, me enseñó a matear y a preparar tortillas de rescoldo,  me mostró lo que era la sabiduría de la mujer campesina.

La verdad es que nuestra situación no era acomodada, siempre faltaban las chauchas, entonces  salíamos a los campos  con mis hermanos, especialmente con la Estela  a recolectar  manzanilla, luego la  secábamos al sol y amarrábamos en pequeños ramilletes  que se vendían en la farmacia. Toda esta vida  en torno a lo que es la cultura tradicional  la fui  incorporando sin darme cuenta".

ESTUDIOS

La folclorista precisa que sus primeros estudios fueron en una escuela con la señorita Serón, ubicada en lo que hoy es la Alameda, tuvo también un paso fugaz  por el colegio María Auxiliadora   en  Linares  y luego en Santiago en la Escuela Normal.  "Cuando Tenía 7 años  mi madre  que quería que  fuera pianista  habló con un profesor  que  iba desde Talca a hacerle clases  a las niñitas más acomodadas de Linares. Ahí empecé a estudiar  en el  piano de una de mis compañeras  y amigas hasta hoy,  Violeta Cameratti. Después en Santiago continué sus  estudios de piano con la gran maestra Florita Guerra para  ingresar  al conservatorio  de la Universidad de Chile, donde  estudié todo el primer ciclo".

¿Cuáles son los personajes que la marcaron como persona y  folclorista?

Mis dos  grandes maestros, Blanca Hauser, quien cultivo mi voz; Carlos Isamitt, que nos enseña los primeros cantos mapuches a mí y a Estela. También  tengo que recordar  a Antonio Acevedo Hernández , Pablo Garrido , Luis Advis, Cristina Miranda , de todos ellos  aprendimos un poco  de  la importancia  en el estudio  de nuestra  Cultura Tradicional  Identitaria  que nos representa como chilenos, pero por sobre todos  ellos, los maestros, que yo llamo de tierra a lo largo y ancho del país ,   que nos  entregaron sus saberes en largas conversas, son tantos  y tantas   que han influido en mí corazón y que siempre recuerdo".

AMOR

Margot conoció a  Osvaldo Cádiz Valenzuela  cuando tenía 15 años de edad, más tarde este joven bailarín  la acompañaría en sus presentaciones y  luego en sus investigaciones. Años después se declararían su amor, a pesar de su diferencia de edades, investigando, escribiendo y formando hasta hoy a nuevos investigadores y amantes del folclor.

"Osvaldo Cádiz es mí  soporte, es un gran maestro que ha entregado mucho a nuestra cultura tradicional. Somos  inseparables, todo  lo conversamos,  lo discutimos,  estamos en las buenas y en las malas. Estoy segura que si no hubiese conocido a Osvaldo, yo no sería lo que  soy, siempre  me ha apoyado en todas las locuras  que se me ocurrieron, me acompañó a los lugares más insospechados de  nuestro Chile, en frío, calor,  hambre, sueño, en el amor, en mis cantos y penas , en todo.

Creo que Chile está en deuda con este maestro, que con tanta generosidad   ha entregado  su vida  por el rescate de nuestras costumbres. Vivir, crecer, soñar   junto a este gran maestro  ha sido un regalo  divino".

FUTURO

Confiesa que aún tiene  muchas cosas por hacer y que espera concretar lo antes posible "Soy una mujer que ama a Chile, profundamente y junto a Osvaldo, deseamos continuar escribiendo y entregando lo que los sabios maestros campesinos, pampinos, ovejeros y mineros, nos han transmitido. Forma parte de mi legado también la Academia Nacional de Cultura Tradicional que lleva mi nombre, donde con discípulos en distintas regiones, entre los que se cuenta como coordinador norte Iván Guerra de la UNAP, esperamos rescatar, preservar y difundir  todas nuestras riquezas".