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Académico UNAP recuerda legado de Margot Loyola

MarImagengot Loyola Palacios fue pionera en tiempos en que las expresiones artísticas del pueblo no estaban consideras como rol social importante de conocimiento cultural.

Junto a su hermana Estela iniciaron una aventura musical expresando en sus primeros tiempos melodías y ritmos del campo de nuestro país.

Los paisajes campestres de Chillán, Talca, Constitución, Los Ángeles, fueron parte de sus primeros lugares de inspiración, recopilación y de actuación y que permitió despertar el interés por conocer al hombre y la mujer que le cantaba a este territorio llamado Chile.

Es así como conoció a tanta familia que en su bondad entregó a Margot repertorio genuino y tradicional que más tarde llevó al escenario para cantar esas melodías en su más auténtica interpretación para no cambiar el estilo natural de quienes se las entregaba.

Conoció el sur de Chile y su Patagonia, investigó todos aquellos sectores que le parecían a ella importante como legado tradicional musical.

Sus variadas grabaciones, entrevistas y fotografías, dieron pie para desarrollar en ella a la maestra investigadora, la misma que en los años 50 y 60 recorrió nuestro norte, empapándose las diversas expresiones tradicionales que tiene el mundo aymara.

Se detuvo en nuestras danzas religiosas, coreografías y cantos a la virgen María tanto de la Peñas como de la Tirana, investigó la esencia de las mudanzas de la Pampa del Tamarugal, junto a familias de Pieles Rojas, cullacas, Gitanos y diabladas.

Uno de los bailes que más se interesó fue el Cachimbo nuestro baile de tierra. Visitó varios pueblos y lugares realizando investigación junto a su acompañante eterno, Osvaldo Cádiz. Tarapacá, Mamiña, Pica y Matilla, fueron centro de recopilación de datos.

Pica sin duda fue la comunidad que más le atrajo por la cantidad de cultores que existían como Regina Bejarano y Rogelio Loayza de Matilla, Nelly Cayo y Humberto Saavedra, Victoriano Caqueo y muchas otras familias que dieron pasión a Margot por investigar esta danza más allá de lo que una investigadora busca.

Su aporte, no solo al folclor de las expresiones nortinas, fue es y será un legado patrimonial de nuestro folclore nortino, sino el respeto y la valoración que crea y expresa el arte popular, especialmente con influencia Aymara-Española el hombre y la mujer de esta zona.

Los diferentes relatos y transcripciones musicales de partituras de trotes, cuecas nortinas y danzas religiosas, es el mayor tesoro que nos ha podido dejar Margot a nuestro norte.

Es lección de vida, en tiempos donde la sociedad multicultural no aprecia la esencia de los pueblos y su identidad.