Portada Portal Patrimonial Columna de opinión Aportes a la definición de Patrimonio Cultural Intangible (PCI) Aportes a la definición de Patrimonio Cultural Intangible (PCI)

15/07/2021
Bernardo Guerrero

Aportes a la definición de Patrimonio Cultural Intangible (PCI)

Previas

Creemos que es básico superar las dicotomías clásicas del pensamiento moderno consistentes en crear pares opuestos, tan cartesianos, que nos hacen perder de vista el carácter de fenómeno total, en este caso del patrimonio. Lo material y lo inmaterial así expresado es un recurso analítico, pero se ha convertido en un fin, en si mismo. Lo anterior nos hace perder el carácter complejo y dinámico de esa realidad.

No hay que olvidar además que el fenómeno patrimonial se ubica en el complejo mundo de la cultura. Y esta, la cultura, aparte de su complejidad como tal, tiene una cantidad de definiciones y de forma de abordarla que la hace más compleja. Desde las definiciones clásicas del siglo XIX, “Todo lo que el hombre hace” Tylor, enunciada en 1871, hasta las de fines del siglo XX que enfatizaban los componentes de redes de significación (Geertz, 1973). Lo que ensayamos a continuación es deudora de algún modo de esta última postura, proveniente de la antropología interpretativa.

Finalmente, el patrimonio, no es exclusivo de ninguna ciencia en particular. Y quienes nos dedicamos a su estudio debemos aprender del folklore, la geografía, las humanidades, los estudios culturales, la micro-historia  y de un largo etcétera.  Dicho lo anterior, ofrecemos para la discusión un par de aportes.

 

Hacia una definición

Podemos entender el PCI. Como un conjunto de relaciones significativas que se establecen entre determinados miembros de un grupo social, étnico, de clase, de género, religiosos, deportivo, etc, que en base a un pasado común nunca del todo terminado de construir, se proyectan al futuro, no sin antes, adaptar para su repertorio las variadas influencias que reciben.

Construyen de forma activa un pasado, a través de la memoria oral, aunque no de un modo exclusivo, que les permiten dotarse de una épica que le otorga particularidades propias.

El PCI es un bien público transmitido de variadas formas, siendo una de las principales la familia, pero también, la escuela, los grupos de amigos y las instituciones a las cuales se adhiere de forma voluntaria.

Cada uno de estos grupos tiene un saber patrimonial, de la que no necesariamente son conscientes. Lo viven y los transmiten “porque ha siempre ha sido así”. Pasa, por ejemplo, con la gastronomía, los ritos agrícolas, las fiestas religiosas, etc.

En las últimas décadas el concepto de patrimonio era monopolio de especialistas y de la elite que de definía como portadora de estilos, buenas maneras, refinamiento y buen gusto, algo que Bourdieu ha definido muy bien (2011). Pero ha ocurrido otro fenómeno. Ese monopolio ha sido puesto en duda. Y otros grupos, que podríamos llamar subalternos, sobre todo y en un comienzo indígenas, ha reclamado su derecho a que se le reconozca que sus saberes son patrimoniales. Y le han continuado otros.  Así, por ejemplo, en Iquique, ciudad puerto de Chile, ubicado en el Norte Grande, hay dos museos de deportes. Y uno de ellos, del boxeo. Museo organizado y gestionado por ex deportistas que ven en esas prácticas culturales, un bien patrimonial. En el pueblo de La Tirana, en pleno desierto, existe un Museo de la Vivencia Religiosa que pone en valor los trajes e instrumentos de los bailes religiosos que cada 16 de julio acuden a la fiesta de la virgen del Carmen.

Estos ejemplos, dan cuenta de la democratización del concepto.

Además, para que existe patrimonio reconocido y que circule en el mercado de bienes simbólicos, se precisa de un relato. En otras palabras, de un conjunto de ideas articuladas en torno a ideas y creencias significativas que los grupos afirman poseer. Por ejemplo, palabras como propio, original, auténtico, entre otras que sin bien pueden ser discutidas, movilizan a los grupos.

 

Agencia

Nos sentimos motivados por la utilización que hace Hans Joas (1998), de la acción creativa, en tanto busca evitar caer en el reduccionismo de la acción a la estructura como lo ha hecho la teoría social clásica y la de empresas meramente subjetivas que refieren al sujeto como libre de esas estructuras. Basado en el pragmatismo de John Dewey, Joas, elabora la idea de la acción creativa, como constante en las acciones de los seres humanos.

La relación entre estructura y agencia, ha pasado por varias etapas. Desde la abrumadora presencia de la estructura en la teoría clásica hasta el "regreso del sujeto", pasando por el tercer modelo en que estructura y acción generan espacios intermedios, en la que gracias al concepto de autonomía relativa, evita caer en los determinismos estructurales como individuales (Joas, 1998). La utilidad de esta definición, es que pone el acento en la acción como eje de estas prácticas y no en la estructura. Por lo mismo, que enfatizamos en la postura de Joas, en términos de la acción creativa. Es lo que Joas plantea: “Por eso se debe analizar el carácter intencional de la acción humana, la corporeidad específica y la socialidad originaria de la capacidad humana para la acción” (2005: 256). El concepto de acción, aquí implicado, desborda la clásica definición de la sociología y de la filosofía, que tendía a verla como acción racional. El acuerdo normativo -según Joas- concibe a la sociedad “como un entramado de acciones interrelacionadas que es algo más que la mera interconexión no intencionada de acciones sociales basadas en el propio interés (1998: 281). Este autor ve en el pragmatismo, una forma de salirse de la jaula de hierro propuesta por Durkheim, Weber, Pareto y Parsons. A través de esta filosofía se puede ver la “resolución creativa de los problemas por parte de una inteligencia que experimenta (1998: 282). La acción ya no sería la realización de unos fines prejuzgados. En la filosofía de Mead, el orden social, no resulta de los acuerdos normativos, sino de la capacidad que tiene un colectivo de resolver sus problemas o de llevar a cabo su vida felizmente (Joas, 1998: 290). El actor “posee la capacidad, siempre parcial, de guiar su propio desarrollo” (1998: 291).

 

 Bernardo Guerrero Jiménez[1]

[1] Sociólogo. Profesor Titular. Escuela de Sociología. Facultad de Ciencias Humanas Universidad Arturo Prat. Iquique. Director portal www.tarapacaenelmundo.com. Corel electrónico. bguerer@unap.cl

Previas

Bibliografía

Bourdieu, Pierre

El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura

Siglo veintiuno editores.

Buenos Aires, 2011

 

Geertz, Cliford

The interpretations of cultures

Fontana Press

Londres, 1973

 

Joas, Hans

        El pragmatismo y la teoría de la sociedad.

        Centro de Investigaciones Sociológicas. Siglo XXI Editores; Madrid, España. 1998


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