Hacia la reconquista de los Patrimonios Culturales

La entrada al siglo XXI trajo consigo transformaciones profundas entre la forma de interactuar de las personas con sus entornos, donde la tecnología ha redefinido a la sociedad y a sus intereses, evidencia de esto son los crecientes movimientos sociales que cuestionan a las gobernanzas hegemónicas tradicionales.

Los Patrimonios y los elementos de valor cultural no están ajenos a estas transformaciones, donde las visiones más objetuales de proyección se han visto cuestionadas en su efectividad, ante lo cual cabe preguntar cómo se está pensando la gestión de los Patrimonios Culturales, su rol dentro de la sociedad y el cómo mantenerlos relevantes ante una sociedad que busca una horizontalidad dentro de su estructura social.

El rol de los Patrimonios Culturales debe finalmente ser la memoria de las ciudades, donde ya sea por sus valores estéricos, históricos o representativos traen a remembranza una época anterior, un recuerdo colectivo para entender cuáles han sido los procesos por los que han pasado las estructuras humanas locales a lo largos de los tiempos.

Desde la definición más tradicional de patrimonio cultural, entendido como un valor propio que tiene un bien, ya sea material o inmaterial, se ha ido transformando frente a los intereses contemporáneos como una construcción social en sí, definitiva desde los imaginarios colectivos de los grupos humanos que lo consideran “propio” en el sentido de ser parte de sus procesos históricos, definición perteneciente a la obra de Sonia Montecinos, antropóloga y escritora Chilena condecorada con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales en 2013.

Los procesos de patrimonialización han cambiado desde su concepción misma, reflexionando desde distintas disciplinas sobre cómo responder hacia la “puesta en valor de los elementos” más que en reconocer en si el valor de un objeto, acogiendo los nuevos escenarios donde la participación ciudadana ha superado a los museos tradicionales hacia nuevos espacios al servicio de la sociedad, reconociendo la idiosincrasia de sus lugares para hacer partícipes a todas las comunidades, ya no es solo abordar a los portadores de conocimientos si no el realmente hacerlos participes y darles una voz en el cómo se abordaran las puestas en valor de los saberes.

Ya han pasado años desde que Chile ratifico los acuerdos de la convención  para  la  Salvaguardia  del  Patrimonio  Inmaterial  propuesta por la Organización de las naciones unidas en 2016, la cual más que agregar una dimensión fuera de los bienes a las definiciones de Patrimonios cambia el paradigma colonial de someter los valores a una visión binaria de tener o no tener importancia, superando la visión hegemónica de producción  metacultural  reificada, donde los conocimientos se abordaban de forma externa a sus comunidades siguiendo con las practicas eurocéntricas coloniales de antaño.

Patrimonio cultural hoy en día ya no debe ser desde las visiones arcaicas del “saber”, el “ver” o el “ser” como valores únicos, es necesario democratizar la participación en los patrimonios, entendiéndolos como fenómenos vivos y participes de la idiosincrasia social de sus lugares, hacia la integración de paisajes culturales como una unión indisoluble de naturaleza, cultura y sociedad, donde la parte no reina por sobre el todo, sino que todos son quienes dan valor a las partes.

Carlos A. Contreras Rojo. Arquitecto, Postgrado en Patrimonio Cultural Inmaterial, Facultad de Ingeniería y Arquitectura, Universidad Arturo Prat.