La Experiencia de Vivir en un Hogar Universitario

Jeannette Pérez Henríquez, de la carrera Pedagogía en Educación Física y Brian Díaz Acuña, de Ingeniería Civil en Computación e Informática son dos de los 82 jóvenes que pertenecen a los hogares universitarios que la Universidad Arturo Prat mantiene en su Casa Central en Iquique y su Sede en Victoria.

Estos  futuros profesionales, a poco de finalizar sus carreras, consideran que estar en el Hogar Universitario que ya cumplió 41 años, sin duda, ha contribuido a concretar sus sueños, tanto por el apoyo de los “Tíos y Tías”, como por la de sus compañeras y compañeros que se han constituido en parte de su familia.

Con una sonrisa amplia y la seguridad de que estudiar Pedagogía en Educación Física fue la mejor decisión que pudo tomar, Jeanette Pérez Henríquez, de la comuna de Limache en la quinta región, precisa que desde muy pequeña amaba los deportes y eso la impulsó a pensar en ser profesora “Era chica y admiraba a mis profesores de educación física y quería ser como ellos, participaba en todo lo que tenía que ver con Educación Física en la escuela, en todos lados “.

Agrega que la experiencia de vivir con su familia en Iquique, entre el 2013 y 2016, hacía de la Tierra de Campeones el lugar ideal para alcanzar su sueño.“Llegué acá por el sistema del deporte en esta ciudad, donde se estimula mucho la práctica de distintas disciplinas, me atreví y me vine sola sabiendo que era un gran desafío. Entré a estudiar el 2018 y pasaba de casa en casa de mis amigos del colegio, luego me enteré del Hogar Universitario y postulé, pero no había cupos. Entonces me metí a los deportes escolares, me gané la beca deportiva UNAP e ingresé al hogar el año 2019”.

Agrega que a partir de ese año su vida cambió “La verdad que era tener una estabilidad enorme, ya que no tenía la obligación de trabajar y estudiar, aunque ahora igual trabajo para juntar dinero y salir. Fue un cambio heavy y si bien no conocía a nadie al comienzo, y fui un lobo solitario el primer semestre pues pasaba afuera con mis otros amigos, poco a poco empecé a conocer a mis compañeras y compañeros, fue un cambio repentino”.

De su vida en el hogar con su amado gato, quien fue aceptado por la Tía Paty y el Tío Lucho cuidadores del Hogar, destaca “Soy muy mamona y la tía Paty ha sido acá mi figura materna, y don Lucho también ha sido  un siete conmigo. Gracias a ellos el encierro se hizo más soportable durante  la pandemia, fueron espectaculares con  todos nosotros “.

A quienes no se atreven a los nuevos desafíos y dejar atrás las comodidades de su casa para seguir su meta, Jeanette recalca “No tengan miedo es siempre bueno experimentar cosas nuevas, el estar solo también es a veces necesario, y aquí en el hogar no se le cierran las puertas a nadie. Es super acogedor … nos cuidamos entre todos, sé que serán  bien recibidos y se sentirán como en una familia”.

A tres meses de terminar su etapa en el hogar confiesa que esto le genera muchas inquietudes “No quiero irme de acá, ya que son parte de mi crecimiento, de mi familia. Despedirme de los tíos y mis amigos me agobia y se me hace difícil. No quiero salir, pues en estos cuatro años le agarré mucho cariño a este sistema y a las personas que lo hacen posible, por mí no me iría nunca".

Solamente me queda seguir agradeciendo a la UNAP y a los tíos por la acogida, por ayudarnos a ser mejores personas y por querernos como si fuéramos sus hijos”.

DESDE OVALLE A IQUIQUE

La emoción parece desbordar a este ovallino cuando se le pregunta por el hogar, quizás porque Brian ha vivido en el toda su vida universitaria , 7 años. Hoy es vocero del Hogar y señala que ingresar no solamente le dio nuevas oportunidades para concretar sus estudios, sino también le ayudó a conformar su personalidad. “Postulé a varias universidades y mi tercera opción era Iquique, porque sabía que era difícil ya que no tenía los recursos para arrendar. Quedé en la UNAP y me aceptaron en el Hogar Universitario, donde el primero en recibirme el 2 de marzo de 2016, fue el tío Lucho, luego la tía Patty y a los encargados".

En relación a como era en esa época afirma que “Era muy introvertido, muy aislado, estuve dos meses sin casi contacto con nadie, y acá me ayudaron a entrar a comunidad, por lo que actualmente hago lo mismo con los nuevos estudiantes que ingresan ”.

Adaptarse en la primera etapa, para algunos cuesta, pero que es importante poner lo mejor de uno frente a cualquier desafío. ”Durante los primeros meses, echaba mucho de menos a mi familia, especialmente a mi mamá y quise dejar todo para volver a casa, pero don Luis fue mi soporte junto a la tía. Me apoyaron y me ayudaron a integrarme.  Gracias a ellos, al cariño y tiempo que me dedicaron, como lo hacen con todas y todos los que estamos acá, he logrado llegar hasta a esta instancia “.

Respecto a las ventajas de estar en un hogar universitario, añade que arriesgarse no es fácil para nadie y se requiere de valor para enfrentar lo desconocido. “Salir de la zona de confort, da miedo porque hay que ser fuerte. Hay momentos en que se siente solo, pero en esta comunidad siempre hay alguien que te puede apoyar, generalmente son los tíos, y uno aprende y se adapta”.

De estos años, las innumerables experiencias, alegrías y penas que le ha tocado vivir en el Hogar lo han marcado profundamente “Acá tengo recuerdos de toda mi vida universitaria, he podido conocer y formar vínculos con personas de distintas carreras e intereses, lo que ha enriquecido mis herramientas para relacionarme con otros e integrarme a la sociedad”.   

Frente a sus planes a futuro agrega que tiene muchos, pero que en un principio quiere concentrarse en terminar su carrera “Lo primero es titularme, aplicar mi proyecto, después quiero volver a mi tierra, o bien a Santiago. Además, como ya lo he conversado con los tíos quiero seguir manteniendo contacto con ellos, para mí es muy importante ya que son parte fundamental de lo hoy soy”.

Eugenia Guzmán Vera