“Filzic es pionera respecto a generar un espacio de emprendimiento regional que no pasa por el centro, como pasa todo en Chile”
Con un traje elegante e introducido en sus botas, repasando la historia contemporánea y retrocediendo algunos siglos para entregar explicaciones más fundamentadas en relación a la realidad internacional actual, el Doctor en Estudios Latinoamericanos, Gilberto Aranda, e Investigador del Instituto de Estudios Internacionales (INTE) de la Universidad Arturo Prat (UNAP), presentó su obra "El Laberinto de la Globalización: Fronteras Duras y Suaves en la Historia y el Presente" (escrito junto a Sergio Salinas), y financiado por un fondo de la UNAP; y otro libro titulado "La Aurora Crepuscular de Oriente Medio" (ambos de Ril Editores) en la VII versión de la Feria Internacional del Libro Zicosur (Filzic) de Antofagasta.
La actividad estuvo marcada por una audiencia atenta a su interesante retórica respaldada con datos y aconteceres políticos y religiosos en torno al estudio de las Relaciones Internacionales y la Politología. Donald Trump, Israel, Corea del Norte, ensayos nucleares, armamentos, Isis. Fueron sus principales tópicos, aunque también aclaró dudas del público de Filzic en torno de Venezuela y la realidad latinoamericana, pasando por Chile y el Golpe de Estado.
En entrevista con el Centro Docente y de Investigación de la UNAP de Antofagasta, Aranda comentó:
-¿A su juicio, qué factores podrían gatillar una tercera guerra mundial?
-Yo no soy partidario de pensar que hay una tercera guerra mundial, porque para ello necesitaríamos un conflicto de carácter global, y el conflicto está localizado en un par de áreas. Lo que sí me parece es que estamos entrando a una Neo Guerra Fría, que comparte algunas características a la que hubo entre 1947 y 1991, particularmente en la confrontación propagandística y en las demostraciones de fuerza, pero básicamente una confrontación propagandística, donde la información, desinformación, la exhibición de armamento, el uso de determinados apoderados se está transformando en el patrón. Ni siquiera es una guerra clásica, allí había un confrontación de formas de vida. Hoy no lo hay, excepto que Corea del Norte tiene un sistema de vida muy sui generis y diferente. A esto le sumo la disuasión nuclear como centro de la dinámica, en eso es lo que más se acerca a la Guerra Fría clásica. Cualquier intercambio de fuego nuclear dejaría consecuencias desastrosas para el medio ambiente, la economía en forma planetaria, y en eso es mortalmente parecida a la Guerra Fría.
-Uno de los puntos latentes y dimensionables que causan conflictos en la actualidad tiene que ver con el Medio Oriente y el Estado Islámico ¿Cómo evalúa la evolución del Estado Islámico (EI)?
-El Estado Islámico en junio de ese año cumplirá tres años de existencia, y acercándonos a este aniversario que ha causado expectación y también mucho dolor en el mundo. Tenemos que reconocer que está en un flanco de retroceso en términos de soberanía territorial. El EI tuvo su momento más importante en el 2015 y desde el 2016 a la actualidad está en esa dinámica de retroceder. Pero no estamos en el fin del EI, en la medida que ha ido perdiendo territorio ha incrementado su número de atentados, particularmente en Europa. Hoy hubo una declaración de Rusia que decía que incluso Isis estaba haciendo todos los esfuerzos para constituir una red global exportando yihadistas a Asia central y a África, donde tiene a Boko Haram, que es como su brazo en África.
-Desde su punto de vista y lo que recogen los libros que presentó en Filzic, ¿qué rol cumple el factor religión en Medio Oriente en estos conflictos?
-Yo diría que es un conflicto cultural, que habla de todo lo que hace el ser humano y engloba a la dimensión religiosa. Si le preguntáramos a estos yihadistas dirían que es un conflicto religioso, pero en realidad es un conflicto cultural de una forma de vida que intenta, en lo político, desembarazarse de la presencia occidental de los territorios musulmanes y constituir un Estado bajo la forma política propia del Islam, que es el Califato. Nosotros vivimos en Estados, hay 193 en Naciones Unidas, pero el Califato nos habla de una experiencia política anterior, hubo califatos desde el 632 hasta 1923, 1924. Realmente se acabó hace muy poco tiempo. En ese sentido tendríamos ciertamente a lo religioso como uno de los puntales de la ideología radical islamista, pero no hay que abusar y pensar que la culpa es de la religión, sino que más bien la responsabilidad es por sistemas culturales que se han ido radicalizando. También por la acción de un occidente que se expandió, colonizó, neo colonizó, expolió, sometió, y que produjo esta radicalización en estas personas que, bajo el paragua de la religión, han tomado determinadas opciones políticas.
-¿Cómo repercuten estos conflictos bélicos más latentes, como Trump con Corea del Norte, en la realidad latinoamericana?
-América Latina es un lugar afortunado, me quedan mirando cuando digo esto, porque a pesar de todos los índices de corrupción y desigualdad socioeconómica, los conflictos entre Estado casi han desaparecido muy avanzado el siglo XX. Y en enseguida, decir que estamos libres, aparentemente, de armas nucleares. Por lo tanto somos una zona de paz. Los conflictos son interestatales, al interior de los Estados hay cuestiones no resueltas, gente que vive en condiciones de pobreza extrema. Lo que no quiere decir que si hay una guerra localizada no haya consecuencias. Vamos a pensar que se desata un intercambio nuclear entre Corea del Norte y Estados Unidos, las consecuencias van a ser de radioactividad, deterioro de los sistemas ecológicos y una encomia que se va a derrumbar. Sobre el tema del terrorismo, estamos lejos, aunque en 1992 y 1994 hubo atentados en Buenos Aires. En la medida que los jefes de Estado de Amérca Latina no se impliquen en la guerra contra el terrorismo nos convertimos en blancos potenciales.
-Siguiendo con el tema de Latinoamérica ¿qué podría proyectar con esta tendencia de todos los líderes de Estado hacia la derecha política?
-No todos, pero hay un desplazamiento de las placas tectónica de Latinoamérica, que tiene ciclos. Tuvo un ciclo de dictaduras que se desata en los 70s; en los 80s hubo un ciclo de gobiernos social demócratas, radicales, del viejo radicalismo; en Chile no. En los 90s entró a una lógica neoliberal. Recién tuvimos un ciclo muy fuerte que debe haber empezado el ‘99 con la llegada de Chávez al poder que duró una década y media, la nueva izquierda y ese ciclo ya mostraba síntomas claros de agotamiento. En esa coyuntura es que los electores, precisamente por la corrupción, se están haciendo permeables a la influencia de partidos de centro o de derecha. Eso no quiere decir que América Latina este girando a la derecha, pero sí que las elecciones van a ser más competitivas.
-¿Qué opina de esta suerte de descentralización cultural o de consumo de cultura que ofrece Filzic en Chile?
-Creo que en Chile hay que agregar a la descentralización administrativa, una desconcentración política y económica. Me parece una buena noticia la próxima elección de jefes regionales de gobierno. Y creo que Filzic es pionera respecto a generar un espacio de emprendimiento regional que no pasa por el centro como pasa todo en Chile. Y que, de alguna manera, augura un mayor autogobierno para la Región de Antofagasta. Creo que es urgente que complementos esto para fortalecer a las diferentes regiones de Chile y particularmente a la Región de Antofagasta.