Juan Pablo Díaz, investigador de la UNAP : "Esta tecnología permitirá desarrollar plantas de biomasa de microalgas de alto rendimiento productivo"
Fuente : INAPI
El pasado 30 de octubre, en las oficinas del Instituto Nacional de Propiedad Industrial, y acompañado por el Rector de la Universidad Arturo Prat, Gustavo Soto Bringas, el investigador de la Facultad de Recursos Naturales Renovables de la UNAP, Juan Pablo Díaz Vega, recibió la patente de una nueva tecnología para el cultivo de microalgas basada en Fotobiorreactor Tubular Vertical Helicoidal Mitiliforme (FTVHM), terminando así un largo proceso de investigación y desarrollo. "Estamos felices de culminar este proceso con la aceptación de la patente; luego vendrá la transferencia tecnológica", anuncia.
El Fotobiorreactor Tubular Vertical Helicoidal Mitiliforme (FTVHM) basa su configuración en formas extraídas de la naturaleza, específicamente de moluscos mitiliformes, los que sirvieron de base para desarrollar el panel fotoactivo del dispositivo y que corresponde a la parte más importante: por él circula la suspensión con microalgas y utiliza la energía de la luz solar para los procesos fotosintéticos.
Juan Pablo Díaz, Ingeniero Pesquero y Magíster en Economía de Recursos Naturales y del Medio Ambiente, señaló que la idea comenzó a gestarse el año 1995 junto al profesor Claudio Brieba, como una alternativa al cultivo de microalgas tradicional realizado en raceway, pero con la exigencia de diseñar fotobioorecatores de bajo costo y eficientes que incorporen valor agregado a las microalgas para el consumo humano.
Al respecto, el investigador destacó que la demanda de alimentos saludables podría encontrar un aliado no tradicional en la producción de harina de microalgas como una nueva fuente de ingredientes naturales y compuestos para los alimentos funcionales. "Los compuestos y moléculas bioactivas producidas a partir de microalgas se están investigando activamente para determinar sus capacidades y potenciales beneficios para los consumidores, y los resultados hasta el momento apuntan a un futuro muy prometedor. Los alimentos funcionales y nutracéuticos se están posicionando como una alternativa de mantener la salud en donde los servicios de salud se vuelven cada vez más caros para el consumidor y donde las enfermedades crónicas son un problema para la salud pública mundial. Así, estos alimentos dejaron de ser una moda para convertirse en un requerimiento del mercado de los alimentos. Es decir, se ha complejizado la demanda lo que obliga a adecuar la oferta, haciendo más eficiente y eficaz la cadena alimentaria en su conjunto", explica.
¿Cómo describiría el proceso de desarrollo?
"Como todo proceso, al comienzo fue dificultoso, pero con el tiempo fuimos avanzando muy bien", recuerda Juan Pablo. "Además, la Universidad Arturo Prat había firmado un convenio de colaboración con el entonces Departamento de Propiedad Industrial del Ministerio de Economía (DPI), lo que nos permitió llevar todo de mejor manera. A esto debemos sumar el apoyo incondicional que nos brindaron las funcionarias del área de Asesoría al Usuario de Patentes de INAPI, Liliana Quezada y Eugenia Henriquez. A ellas nuestro reconocimiento y gratitud, así como al rector, Gustavo Soto, por contar siempre con su especial apoyo".
A su juicio, ¿cuál sería el mayor impacto de esta innovación en la sociedad?
"Esta tecnología permitirá a futuros inversionistas de la región y del país desarrollar plantas de biomasa de microalgas de alto rendimiento productivo. El norte de Chile posee miles de hectáreas no destinadas a la agricultura, con alta radiación solar y buena temperatura durante todo el año, variables que pueden ser aprovechadas para el cultivo masivo de microalgas cuya orientación es producir biocombustibles, energía y productos químicos de valor agregado tales como pigmentos, nutracéuticos y proteínas", concluyó.